Ubuntu MATE 18.04 LTS / 18.10

Una grata sorpresa me he llevado con el flavour Ubuntu MATE 18.04 LTS, así que vamos a comentar un poco la jugada.

Ubuntu MATE es una de las variantes oficiales del sistema operativo Ubuntu, aunque ésta se basa en el entorno de escritorio MATE, el cual es la continuación del «viejo» proyecto Gnome 2. Y Gnome 2 era mi entorno de escritorio favorito hasta que Canonical decidió tirar por su propio proyecto Unity. De este modo, nada más iniciar el live USB de Ubuntu MATE, la primera sensación ya fue favorable hacia este sistema operativo.

Comencé por instalar la LTS 18.04, y, tras comprobar que todo funcionaba correctamente, actualicé a la última versión, la 18.10, que la tengo ahora mismo corriendo también sin fallos. La verdad es que, en este sistema operativo, no hay diferencias visibles entre su versión 18.04 y 18.10, no como en Ubuntu, donde se han apreciado cambios en la interfaz. Evidentemente, en cuanto al software base del sistema, sí que ha habido las actualizaciones pertinentes. Esto quiere decir que, a no ser que uno busque el soporte de 5 años de la LTS, será prácticamente indiferente cual de las dos versiones vayamos a usar, aunque tengo la sensación que la 18.10 va mejor. No obstante, he encontrado cuelgues en el proceso de reinicio al instalar desde USB la 18.10 (también me ha ocurrido con Ubuntu), de modo que recomiendo usar para la instalación el disco de la 18.04 y luego decidir si realizar una actualización a 18.10 o no.

Una vez en el sistema en sí, destacaría el centro de configuración de Ubuntu MATE, ya que es más extenso que el básico de Ubuntu y nos permite realizar muchas tareas y personalizaciones de serie, cuando en Ubuntu tenemos que tirar de software extra o de la terminal. Por ejemplo, en Ubuntu MATE podremos activar y configurar lo básico del firewall ufw desde el panel de configuración, sin necesidad de acudir a la línea de comandos. También tendremos un gran control sobre la personalización de la interfaz con las herramientas que vienen de serie, tales como puede ser el MATE Tweak. Esto es genial para los usuarios familiarizados con GNU/Linux, ya que el nivel de personalización de los elementos de la interfaz es elevada, mientras que para los menos expertos es fácil tocar algo que no sepan arreglar. En este sentido, en Ubuntu es más difícil que un usuario novel se cargue algún elemento importante de la interfaz, además de que ésta está más simplificada y resulta menos «abrumadora» para los menos doctos en lidiar con software. Sin embargo, los que llevamos tiempo en el mundillo, creo que agradecemos todos los elementos extra que MATE incorpora. Hablando del MATE Tweak, a él tendremos que acudir si queremos activar efectos sobre las ventanas, ya que por defecto éstas vienen al estilo soso de antaño.

 

Ubuntu MATE no incorpora bloatware como Ubuntu, que, aunque sea mínimo, estar está. Y esa esencia de Gnome 2 nos devuelve al tiempo en el que la barra superior podía ser un elemento activamente útil, y no un trozo de pantalla prácticamente inútil. De hecho, de serie, Ubuntu MATE nos permite cambiar con un par de clics el modo de interactuar con la interfaz para adaptarla a nuestros gustos. Así, podemos optar por una interfaz al estilo Windows con sólo una barra de tareas inferior, una al estilo clásico Gnome 2 con su doble barra de tareas, una al estilo Mac, o una al estilo clásico Ubuntu, entre otras, además de tener siempre el control para realizar modificaciones posteriores sobre estas barras de actividades. En MATE, poner o quitar elementos de las barras de tareas está a golpe de clic, lo cual, como decía antes, tiene muchas ventajas para los más veteranos mientras que para los poco hábiles con los sistemas GNU/Linux, o el software en general, puede terminar mal. Es decir, si yo quisiera poner un Linux en el ordenador de alguien patoso con el software, pondría mejor Ubuntu; no es ser catastrofista: borrar las barras de tareas está literalmente al golpe de dos clics.

A pesar de basarse en Ubuntu, Ubuntu MATE incorpora su propia lista de aplicaciones. Muchas nos resultarán conocidas (Firefox, LibreOffice…), mientras que otras nos resultarán curiosas, pero perfectamente válidas, como Pluma en lugar de Gedit o Software Boutique en lugar del Centro de software de Ubuntu. Uno u otro «centro de software», al final, no es más que el lugar desde donde instalar gráficamente Synaptic, que es en realidad mi gestor de paquetes favorito. Aunque, volviendo al tema de los usuarios noveles, los «centros de software» de serie son más adecuados para usuarios poco expertos en GNU/Linux, ya que ofrecen una visión de las aplicaciones disponibles de una manera bien agrupada y explicada. Lo bueno de todo esto es que, como siempre en Linux, podremos instalar o desinstalar las aplicaciones que queramos de una manera sencilla y podremos seguir usando las que más nos gustan si no nos van bien las que vienen preinstaladas.

Aunque la experiencia con Ubuntu 18.10 es muy agradable en un monitor 1080p y como sistema base, Ubuntu MATE es una opción que me parece mucho más adecuada para pantallas portátiles en el clásico 1366×768, ya que ayuda a aprovechar mucho mejor el espacio. También es una opción más recomendable a la hora de querer virtualizar el sistema operativo, ya que MATE corre mucho más fluido que el escritorio de Ubuntu en una máquina virtual.

Poco más que añadir, excepto puntualizar que la experiencia global con Ubuntu MATE me parece más que buena. Además, se agradece la inclusión de pequeños detalles, pero útiles, que encontraremos por aquí y por allá, tanto en la interfaz como en la configuración, que no vienen de serie con el sistema operativo del que proviene pero que ayudan a enriquecer la experiencia de usuario.

Escribe tu comentario :)

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.