El «efecto» Vim

De un tiempo a esta parte, apareció en escena el gran Visual Studio Code y se hizo con el cariño de gran parte de la masa de desarrolladores del planeta. Este editor de texto, surgido de Microsoft y realizado en Electron, consume bastantes recursos debido a su desarrollo en Javascript como aplicación de escritorio, pero a cambio ofrece una funcionalidad, una sencillez de adaptación y desarrollo/instalación de plugins, inmensas, y que han encandilado a todo tipo de desarrolladores de software.

Y cuando parecía estar ya todo el pescado vendido, la comunidad avanza un paso hacia atrás (no en mal sentido) y no son pocos los desarrolladores que se están pasando de VSCode hacia el, a priori, arcaico Vim.

¿Por qué usar un editor basado en la terminal y en atajos de teclado existiendo opciones más «modernas»? ¿Es realmente por la «velocidad» que puede aportar Vim?

EL EFECTO VIM

Pero el caso es que un programador «de corazón» disfruta con las dificultades. El «efecto Vim» creo que es algo inherente a un programador. Es decir, cuando uno elige tirar por el camino de la programación, es porque le gustan las dificultades y su mente se estimula con el aprendizaje y resolución de tareas complicadas (excepto los que sólo buscan la pasta o se lo toman como un trabajo más). Cuando uno se dedica al desarrollo de software por pasión, seguramente es gente que ya de niños tenían que desmontar cachivaches y saber/ver cómo funcionaban internamente. Y de mayores esta curiosidad no desaparece; no basta con aprender un lenguaje y dedicarse a una tarea toda la vida. Normalmente, los desarrolladores no se estancan en un trabajo o en una tarea, sino que tienden a aburrirse cuando ya saben cómo hacer las cosas y entran en monotonía.

Es habitual que un programador esté continuamente aprendiendo nuevos lenguajes de programación, nuevos frameworks… nuevas tecnologías que estimulen su curiosidad. Y eso es lo que pasa con Vim. Visual Studio Code es una herramienta, que está muy muy bien para su cometido, pero tras un tiempo de uso, ya se domina, y entra en la monotonía. Y Vim representa, para los usuarios que nunca lidiaron con él, ese algo nuevo y excitante, ese editor «difícil» y enrevesado del que todo el mundo está hablando y al cual visibles personalidades de la programación se están pasando.

LA REALIDAD

Seamos realistas. Normalmente un programador no es más productivo por escribir código más o menos rápido, sino por tener claro lo que quiere hacer. Mucho trabajo del desarrollador es investigación y pensar y planificar las cosas que quiere realizar y cómo las quiere llevar a cabo. Escribir el código es sólo una parte de su trabajo, y con VSCode, Emmet o el novedoso Copilot de GitHub, la tarea de edición del código ya está bastante acelerada.

Vim es complicado. Es complicado de aprender y es complicado de utilizar. Se requiere mucho tiempo para estudiarlo, mucho tiempo para dominarlo y mucho tiempo también para configurarlo y ponerlo a funcionar al gusto de cada uno. Mucho tiempo, valiosas horas, que se podían invertir en escribir código con las herramientas conocidas. Pero Vim representa ese nuevo caballo a domar, un aliciente irresistible para gente aburrida del omnipresente Visual Studio Code, el cual, en su día, representó justo lo mismo: la novedad, el editor de moda, el «algo nuevo» y diferente que aprender y usar.

Yo conozco Vi desde hace años, y aprendí lo justo para poder leer o editar un texto rápido. Ahora, picado por el gusanillo, he profundizado un poco más en sus entresijos, los buffers, los tabs, .vimrc, los plugins… Realmente se puede hacer mucho más con él de lo que pensaba y también se puede potenciar mucho el Vim básico con todo tipo de añadidos, pero para mí seguirá siendo el editor rápido y secundario al que echar mano para algo puntual.

Por ahora, VSCode no tiene sustituto para mí, ni en velocidad ni en utilidad. Pese a lo «pesado» que es, funciona holgado en equipos bastante antiguos. Y qué decir de poder usarlo desde cualquier navegador sin tan siquiera tener que tenerlo instalado en nuestro equipo, pudiendo echar mano incluso de una tableta en cualquier lugar y poder escribir código con nuestro editor favorito.

Total, que en la variedad está el gusto, así que, que cada uno sea feliz construyendo software con las herramientas que más le hagan disfrutar del proceso.

Acerca de Ubuntu 22.04.1 LTS

En abril veía la luz la nueva LTS de Ubuntu, un sistema que llegaba para poner al día el sistema operativo de Canonical en nuestros ordenadores de producción, así como también el de aquellos usuarios que pasan de instalar las actualizaciones semestrales y prefieren disfrutar del período de soporte largo de 5 años y de la estabilidad que ofrecen las LTS.

Como recién llegado al ruedo, no es la primera iteración de una LTS la que este tipo de usuarios suelen instalar en sus equipos. Este 11 de agosto, no obstante, Ubuntu alcanzó su primera actualización 22.04.1, la cual afianza un sistema que, si bien se ha criticado por ofrecer pocas novedades «palpables», ofrece un sistema cada vez más estable y pulido, con todo el software a la última y mucho trabajo en el «background». En todo caso, si bien los usuarios que provengan de las versiones semestrales no notarán cambios importantes, sí han cambiado muchas cosas desde la última LTS.

Volviendo al nuevo Ubuntu, en mi caso, la 22.04 LTS me daba algún problema con la instalación de los drivers de nVIDIA en el sobremesa, problema que ahora ya ha sido corregido.

Es curioso, ya que a Microsoft se le critica por romper el sistema al no haber seguido añadiendo mejoras en la rama del ya asentado y familiar Windows 10 y haber introducido un Windows 11 con importantes cambios estéticos y funcionales. En cambio, parece que a Canonical hay quien lo critica por lo contrario. Realizar grandes actualizaciones o añadir grandes funcionalidades a un sistema operativo suele acarrear un aumento en el uso de recursos para el usuario final, además de que también requiere un gran gasto en personal e i+D por parte de la empresa desarrolladora.

Cada uno tiene sus puntos fuertes. Si echamos la vista atrás, podemos apreciar el gran cambio que Ubuntu supuso en hacer user friendly GNU/Linux para el común de los usuarios, pero no sólo eso, sino que atrajo también a gran cantidad de usuarios experimentados. Canonical ha consolidado una plataforma amigable que ahora, ya asentada, se limita a seguir puliendo y poniendo al día con cada nueva versión de su sistema operativo. Para los usuarios que estamos satisfechos con cómo están las cosas, esto es estupendo.

Eso no quiere decir que Canonical se duerma en los laureles. Asentado ya el tipo de escritorio funcional que buscaban, su lucha se centra ahora en sus usuarios de pago, o sea, las empresas y Ubuntu a nivel de servidores.

En lo personal, al sistema operativo le pido estabilidad y que se vayan corrigiendo detalles, que ejecute sin problemas los programas que quiero y que no ponga trabas a los desarrolladores. Evidentemente, estoy más con la filosofía de Ubuntu y la que, con gran acierto, estaba siguiendo Microsoft con Windows 10.

Ubuntu es un sistema operativo que siempre me ha gustado. Es muy fácil realizar una instalación y configuración completa del sistema y todos los programas que uso partiendo de cero, y además posee una gran compatibilidad hardware. Poner a andar Ubuntu con todos mis programas y todo el sistema configurado a mi gusto me lleva apenas una hora, mientras que con Windows necesito bastante más tiempo. Además, en Ubuntu, todo el software se va a mantener automáticamente actualizado. Esto también ocurre con otras distros, evidentemente, pero la experiencia con Ubuntu en general siempre me ha parecido superior.

Revivimos un Acer Aspire con Ubuntu

Había por casa un «viejo» portátil que había pasado ya por unas cuantas manos. Éste se encontraba lleno de polvo y yacía abandonado en un rincón de la casa. La pantalla estaba grasienta, los bordes con algún toque de pintura, y la batería… ni idea de si había muerto del todo.

La última vez que este ordenador pasó por mis manos hace un par de años de camino a otro usuario necesitado, la batería no aguantaba ni media hora sin conexión, pero, al menos, servía para aguantar un fortuito corte en el suministro eléctrico. En aquel entonces le instalé Windows 10, pues, aunque se tomaba su tiempo para arrancar, era bastante más rápido que un Ubuntu, por ejemplo.

Tras una limpieza profunda, probamos a enchufar y arrancar el ordenador. Y sí, consiguió arrancar, si bien la batería estaba tan descargada que tardó bastante en pasar al 1%, pero al menos aún iba.

Arrancar… Todo va lento aquí. Este viejo Acer Aspire 5733Z lo mueve un Pentium P6200 doble núcleo 2.13 GHz apoyado por 4 GB DDR3. Su pantalla 15.6″ presenta un tamaño actual, pero su definición HD (1366×768) y su terminado brillante (no mate), que refleja todo lo que hay delante de ella, no la hacen muy agradable a la vista, además de que tiene un ángulo de visión muy pobre, como pobres son sus colores, ya que tampoco es IPS. Como se puede apreciar en la imagen (en persona no es tan exagerado), tiene mucho efecto espejo y el negro de fondo prácticamente brilla por su ausencia, pero para tareas de lectura y escritura aún se puede aprovechar.

Su disco duro es tal vez el peor cuello de botella de esta laptop, pues se trata de un HDD de 5400 rpm y 640 GB. Su tarjeta de red no soporta la banda de 5 GHz, aunque ofrece un gran alcance de cobertura wifi; lenta pero segura… Y su batería, pese a lo esperado, todavía sobrevive y ha cargado, pero no sirve para operar con ella, sino que está simplemente (y al menos) para dar soporte como SAI para poder apagar el ordenador con seguridad ante un corte de electricidad.

Su lector de DVD parece seguir funcionando, aunque ya hace años que dejé de usar estos viejos soportes de información. Sus USB tampoco son especialmente rápidos…

El teclado y el touchpad de este Aspire son los únicos que parecen soportar bien el paso del tiempo. El teclado es cómodo y sigue funcionando como el primer día, mientras que el touchpad es enano, pero útil, y no se mete en medio de las manos.

Entonces, realizado un diagnóstico inicial, me dispongo a tirar abajo el Windows 10 que tenía instalado (en su día venía con Windows 7) y pretendo instalarle un nuevo sistema operativo que me pueda servir para mis clases de programación web.

Mi primera elección es optar por un ligero Ubuntu MATE. Ubuntu MATE se basa en el viejo Gnome 2 y ofrece un entorno de escritorio bastante ligero. La instalación del sistema operativo tarda una eternidad y el inicio se demora unos buenos dos minutos, pero al menos, una vez cargada la interfaz gráfica, se puede trabajar bastante bien. Lo malo es que el sistema sufre de reiterados cuelgues random de la interfaz gráfica. Esto podría ser debido a algún conflicto software pero también a alguna falla de la RAM.

Tras un par de intentos con Ubuntu MATE y comprobar que el fallo persiste, no tiro la toalla y pruebo con Ubuntu 22.04.1 LTS. De nuevo, la instalación tarda un montón en concluir, y el arranque del sistema nuevamente se va a los dos minutos (al fin y al cabo, la base de los dos sistemas es la misma). Dos minutos es el tiempo que tarda entre apretar el botón de encendido y llegar a la pantalla de login, tras lo cual aún habrá que darle un margen al sistema para terminar de cargar la interfaz gráfica y «estabilizarse». Al menos llegan las buenas noticias, y es que, en esta ocasión, todo funciona debidamente, sin cuelgues extraños.

Visual Studio Code, Chrome, la terminal, GIMP, LibreOffice… La verdad es que no se comporta mal del todo este portátil con este tipo de aplicaciones. Me resulta cómodo para ciertas circunstancias y, si algo tiene bueno, es un muy bajo consumo de energía, que tal y como están las cosas, es siempre de agradecer.

Hollow Knight: cómo llevar la flor de la Doliente Gris –fácil–

Hollow Knight es un juego repleto de dificultades. Una de ellas es la complicada tarea de llevar la flor de la Doliente Gris hasta la tumba de la hija del Señor Desleal. Hay un truco, no obstante, que nos facilitará mucho mucho esta tarea.

Lo primero que voy a comentar es que recomiendo seguir esta ruta para llevar la flor a su destino.

Llevar la flor es una tarea complicada, pues es muy delicada y se romperá a un sólo toque que nos dé cualquier enemigo o un pincho que toquemos. Además, no podremos usar el Ciervocamino.

El camino tiene sus complicaciones, pero, sobre todo, agresivos enemigos por medio para tocarnos la moral en el transcurso de la entrega. Lo normal que cualquier persona haría sería reiniciar una y otra vez el intento de llevar la flor desde el banco de guardado que está justo junto la morada de la Doliente Gris. Esto tiene la ventaja de que es fácil realizar un intento tras otro, pero la dificultad de que todos los enemigos se van a encontrar siempre esperándonos en la misma posición, y aunque nos los conozcamos bien, no dejarán de ponernos en aprietos para realizar nuestra tarea.

El truco para que sea sencillo conseguir este logro consiste en esperar para realizar esta misión a que hayamos conseguido acceso al portal onírico y podamos desplazarnos así a un punto del mapa marcado a nuestro antojo.

Reiniciar la entrega de la flor usando el marcador del aguijón onírico en contra de reiniciar en el banco de guardado tiene la gran ventaja de que todos los enemigos que hayamos liquidado en la anterior incursión a los Jardines de la Reina ahora ya no aparecerán.

De este modo, la mejor propuesta es realizar un primer viaje para limpiar el camino de enemigos de cabo a rabo y un segundo viaje en el que sólo debemos preocuparnos de realizar bien el parkour y evitar chocar contra alguno de los pinchos naturales del escenario, además de lidiar con un par de enemigos menores que sí volverán a aparecer en nuestro camino. Sí, de esta forma hemos de hacer un par de veces todo el recorrido completo, pero nada comparado a todos los intentos que necesitaremos si queremos realizar esta misión sin tener el camino despejado.

Y es así como podremos obtener de manera relativamente sencilla uno de los trozos de máscara considerados por la comunidad de los más difíciles de obtener.

de Dani Publicado en Juegos

La jugarreta de Disney+

Hace tres semanas me encontraba de vacaciones por Alicante y un día nos acercamos a Terra Mítica, donde tuvimos oportunidad de asistir a un espectáculo que me encantó, de nombre «Fantasía, un mundo de emociones».

En ese espectáculo de gran calidad artística (aunque mucha gente parece quedarse sólo con la apariencia «infantil» superficial), hay un momento en el que suena un track de la película Avatar, con una puesta en escena muy visual.

Escuchar la melodía de esa película, que es una de mis favoritas, hizo que me entrasen ganas de verla de nuevo. Así que, como tocaba renovar servicio de streaming, este mes me puse el de Disney+ para disfrutar por enésima vez del universo de los seres azules.

Cuál fue mi sorpresa el encontrarme que la película no se encontraba disponible en la plataforma de vídeo de Disney. Busqué información al respecto y no había ningún tipo de comentario ni mención en la web, algo que me extrañó bastante, pues las plataformas suelen comunicar, y los medios de comunicación suelen estar al tanto, de cuando un contenido se estrena o va a dejar de estar disponible en una determinada plataforma de vídeo.

Así pasaron unos días hasta que al final terminó saliendo la noticia a la luz, ahora sí en varios medios a lo largo de la web. Sin comunicación explícita por parte de Disney, todo apunta a que se retiró la película de la plataforma debido a su próximo reestreno en la gran pantalla, a la espera de que la afluencia del público sea mayor. Por lo visto, la primera (y por ahora única) película de Avatar será reestrenada en cines, en 4K, HDR y 3D, intentando aprovechar el tirón de su, ahora sí, inminente secuela a la vista.

No obstante, este hecho, como es lógico, ha causado indignación entre los usuarios de la plataforma. Otros servicios, como Netflix, avisan a sus usuarios con suficiente tiempo de antelación cuando un contenido va a a dejar de estar disponible en la plataforma. De este modo, los usuarios interesados pueden disfrutarlo antes de que se retire definitivamente.

De ahí que la mala acción por parte de Disney de retirar una película tan importante sin previo aviso puede terminar actuando en su contra. Por mi parte, evidentemente, la cancelación del servicio fue instantánea, mientras que, por otro lado, si aún me lo podía plantear, ahora es seguro que no se me verá el pelo por el cine para volver a pagar, por tercera vez, por ver Avatar en cine. Ya me la vendieron original y, un año después, en versión extendida y 3D. Encima, ahora pago Disney+ sólo para ver esta peli y ¿me vienen con esto? No amigo, no.

Todos suben de precio, ¿les saldrá bien la jugada?

En estos tiempos que corren, en los que la electricidad, combustibles y materias primas en general han subido a precios desorbitados, varias empresas de servicios de internet están subiendo sus precios de suscripción.

Entre mis suscripciones habituales, la primera y más llamativa en comunicar una subida de precio ha sido Amazon, quienes subirán el precio de su suscripción anual de 36 € a 49,50 € para todas las suscripciones a partir del 15 de septiembre. Y aún así, sigue siendo uno de los servicios más económicos, especialmente si tenemos en cuenta todo lo que Amazon Prime ofrece.

Otro de mis servicios que se han subido al carro de los ajustes ha sido Strava, cuya suscripción anual ha pasado de 59,99 € a 68,99 €.

Cada uno tiene sus servicios de pago y, quién más, quién menos, habrá visto diversas subidas de precios que se le van a aplicar. Pero claro, nosotros tenemos nuestros propios problemas, con el pago de la gasolina y la electricidad, más las subidas de todos los productos básicos del «súper».

Si no me equivoco, creo que no seremos pocos los que optemos por cancelar varias de nuestras suscripciones a productos superfluos. Amazon se va fuera, pues no lo uso tanto como para pagar 45 euros por él, y para realizar algún pedido puntual prefiero pagar un mes de suscripción, que también sube a 4,99 €, y andando.

Strava también se va fuera, pues el servicio básico que ofrecen es suficiente para mí. Además, ahora que han incluido Beacon en el servicio gratuito, la suscripción ha perdido alicientes conmigo.

Incluso HBO Max, a mitad de precio, se queda fuera. HBO Max ofrece unos contenidos que ya de por sí no me interesan demasiado… Estaba bien desde que lanzaron eso de la suscripción a mitad de precio por vida, pero unido el contenido de poco interés para mí con disponer de las peores aplicaciones tanto para móvil como para smart tv y tv box, ha terminado siendo otro servicio del que prescindir.

Si no estoy errado, serán muchos usuarios los que, como yo, prescindirán de diversos servicios de internet esta temporada, y subir precios no ayuda a que ciertos servicios que sí mantendríamos con el precio anterior, ahora pasemos de ellos.

Hay que entender que ciertas plataformas alcanzan la rentabilidad cuando su masa de usuarios crece. Sabemos que servicios como Netflix o Spotify no han alcanzado todavía la rentabilidad, pues sus gastos son iguales o mayores que sus ingresos, encontrándose en una carrera de fondo hasta conseguir suficiente masa de usuarios como para alcanzar la rentabilidad. De tal modo, perder suscriptores en lugar de ir ganándolos paulatinamente, supondría un gran varapalo para este tipo de empresas que compiten en una larga maratón para lograr rentabilidad, por lo que han optado por mantenerse en sus precios pre-guerra, pues subirlos a costa de perder usuarios sería un grave error.

¿Qué ocurre, por ejemplo, con Amazon? Si Amazon sube el precio de su suscripción debido al aumento de gastos en infraestructuras esto resulta en una acción, en principio, legítima. Pero claro, si fuera el caso de que, a costa de la subida de precio, la pérdida de usuarios de pago fuera notoria, podría terminar siendo una acción contraproducente.

Ya veremos como termina esto, pero yo diría que tal y como están las cosas en la actualidad, no pinta bien el panorama para los servicios de «entretenimiento» online, y subir precios a costa de perder usuarios no creo que sea la solución, sino que puede terminar siendo un parche que incluso podría volverse en contra.

Dark Reader, modo oscuro everywhere

Como persona que sufre las fastidiosas «moscas volantes» en la visión, la adopción del modo oscuro me ha resultado fantástico para poder eludir este problema cuando me pongo a leer en una pantalla retroiluminada. De este modo, desde hace un tiempo vengo disfrutando del modo oscuro, tanto del sistema operativo como de las webs y aplicaciones que lo soportan, así como también en el dispositivo móvil.

Windows, Linux, Android, GIMP, LibreOffice, Notepad++, el ecosistema Google… A estas alturas, ya son muchas empresas y desarrolladores los que se han puesto las pilas en ofrecer algún tipo de modo oscuro nativo en sus servicios y aplicaciones. Hay una gran traba todavía, y ésta se trata de la gran cantidad de páginas web que todavía existen y que no contemplan la utilización de un modo oscuro, bien sea porque adaptarlas sería demasiado costoso o bien se trate de decisiones personales de diseño de sus propietarios. WordPress.com, Amazon, Strava, PC Componentes… sin duda, se podría confeccionar una lista sin fin, pues yo diría que la mayoría de la web está construida en base blanca.

Por suerte, y por pura casualidad, Brais Moure puso ante mí una excelente solución que no me había ni planteado. Se trata de, simplemente, instalar en nuestro navegador preferido una extensión llamada Dark Reader.

Una vez aplicada esta extensión, toda web que visitemos pasará automáticamente a unos agradables tonos oscuros bastante bien logrados, donde, además, podremos editar los colores y configurarlos a nuestro gusto si así lo deseamos. También será muy sencillo activar y desactivar la extensión.

Y ya está, gracias a Dark Reader tendremos todo listo para disfrutar de una web oscura sea cual sea el sitio web que visitemos.

Con este blog ocurre lo comentado que sucede con otras webs: al haber sido construido hace años, donde no se contemplaban los modos oscuros, actualizarlo para usar un modo oscuro es inviable. Lo que sí he hecho ha sido actualizar los colores de fondo y de la imagen de cabecera para que se adapte más o menos bien tanto al navegar en modo claro como para quien quiera hacer uso del susodicho plugin Dark Reader o similares.

15 años en WordPress

Hace 15 años tuve que realizar una nueva elección de servicio para continuar editando un blog, tras el cierre del anterior servicio que estaba utilizando. Por pura casualidad aterricé en una plataforma que me era totalmente desconocida, WordPress.com, un servicio web dedicado a dar cabida a páginas web o blogs personales de manera gratuita o también profesionales y que se basa en la plataforma de software libre WordPress.

RAE

Este sitio, como buen blog, siempre estuvo marcado por no tener ninguna temática en concreto, además de estar contado todo desde un punto de vista llevado a lo personal. Esta web no tuvo nunca la intención de convertirse en un servicio ni famoso ni destinado a obtener ingresos, así se ha mantenido a lo largo de los años como un espacio puramente personal y está simplemente dedicado a redactar mis ocurrencias, a practicar la escritura y a ordenar o aclarar mis propias ideas.

La temática ciclista, ahora algo abandonada, atrajo gran parte de las visitas a este blog y sigue disfrutando de los artículos más buscados y más vistos de esta página. Incluso tuve alguna propuesta monetaria por ello. Dedicar más tiempo a esta temática o centrar el blog en ella, sin duda habría podido terminar rentabilizando este espacio, pero no es el motivo por el que edito este blog.

En una ocasión, alguien contactó conmigo para ofrecerme una «colaboración». Se trataba de que diera visibilidad a su tienda online de ciclismo. Sin tratar nada en concreto, ofrecí poner enlaces cuando hablaba de algún artículo de ciclismo hacia su tienda en lugar de usar Wiggle o Amazon, como solía hacer. Como agradecimiento, se me otorgó un vale en su tienda por un valor de 150 euros. Este vale se lo regalé a un amigo que aprovechó en su día para comprarse un juego completo de frenos Shimano XT para su bicicleta.

Como agradecimiento, ahora por mi parte, coloqué un enlace permanente hacia su tienda en uno de los artículos más visitados de este blog. En cambio dejé de poner enlaces en cada nuevo artículo de ciclismo y seguí usando mis preferencias, pues en las tiendas especializadas en las que solía comprar los precios eran siempre más económicos y no me gustaba dirigir a los lectores del blog hacia un servicio más caro. Y ahí se terminó toda la monetización y toda colaboración ajena que tuvo este blog.

Un tema que sí he tratado de mantener siempre alejado de aquí es la política. La política, como la religión, como el fútbol, etc., son temas controvertidos que suelen atraer fanatismos, y esto nunca trae nada bueno. Lamentablemente, existe poca gente dispuesta a dialogar tranquilamente con gente que opine diferente. No quiero polémicas aquí, quiero buen rollo.

15 años y 514 artículos es el balance actual de este blog. Tras de sí están muchas, muchas horas de edición, porque, pese a lo que pueda parecer, cada artículo es escrito y revisado bastante concienzudamente. Pongo mucho mimo en que haya los mínimos errores posibles de escritura, además de que trato de contar las cosas de la manera más clara posible, lo que, a menudo, me lleva a reescribir o corregir frases o párrafos completos.

Pese a tanto cuidado puesto en este blog, empezando por mantener una interfaz amigable, he arrastrado 15 años este grave error y no era consciente de ello. En fin, cosas que pasan.

Saludos.

de Dani Publicado en Varios

Prueba de material // TP Link Archer C6 AC1200 + Akake Ethernet Cat8

Tener el router principal en la planta baja de una casa y tu actividad informática conectado mediante wifi en la segunda planta suele conllevar serios problemas de velocidad.

En mi caso, de 300 megabits (unos 38 megabytes de bajada), llegaban a mi ordenador, dependiendo de las condiciones, entre 4 a 6 megabytes de transferencia sostenida, y eso haciendo uso de un repetidor de wifi. Para mí era suficiente para mis quehaceres, así que tampoco sentía la necesidad de tener que mejorar esta conexión.

Un buen día, hace un par de meses, surgió la ocasión de pasar un cable ethernet Cat6A entre pisos, con lo que, conectando directamente al ordenador un viejo cable Cat5 bien largo que tenía por casa, la velocidad de mi conexión se estableció en el límite del susodicho cable, 11,8 MB/s de transferencia estable y sostenida. Para mí era, evidentemente, más que suficiente en general, pero lo que no estaba tan bien era tener un enorme cable recorriendo estancias.

Al final me decidí por arreglar la situación y me hice con un par de cables Cat8 (por precio, no por necesidad) para enlazar routers con el Cat6A, y como router esclavo elegí un más o menos económico TP Link Archer C6.

AL MEOLLO

Al abrir la caja del TP Link comprobé que venían las antenas conectadas al dispositivo y que éstas venían individualmente protegidas por plásticos a presión, que resultaron bastante engorrosos de sacar. Hecho esto, el resto fue muy sencillo, es conectar cables y seguir una guía rápida de instalación, donde nos conectaremos como de costumbre por navegador al router para establecer una contraseña de administrador más las típicas del wifi. No está de más saber algo sobre configuración de routers para que este proceso sea realmente sencillo.

Por defecto, el TP Link viene en un modo «smart connect», lo cual significa que, bajo un único ID wifi, si el dispositivo es compatible, se selecciona automáticamente entre la red 2.5 GHz o la 5 GHz.

Al principio me conecté al wifi 2.5 GHz del Archer C6 y el resultado fue bastante decepcionante, pues iba exageradamente lento. Estaba de nuevo en los 4 MB/s, algo inusual incluso para una conexión 2.5 GHz que debe dar hasta 300 megabits de transferencia. Por algún motivo, la TV Box, los móviles o el portátil de mi pareja se conectaban sin problemas al wifi 5 GHz pero mi PC no.

La solución apareció tras un buen rato de intentos fallidos, y no fue otra que la típica de reiniciar el ordenador

Una vez conectado al wifi de 5 GHz, la velocidad se estableció en los 35 MB/s en mi ordenador, que queda cercano al router, y en unos 22 MB/s en el portátil de mi pareja, situado en la otra punta de la casa. No está nada mal, pues hay que tener en cuenta que la red de 5 GHz pierde mucha eficacia atravesando paredes, ya que tiene menos alcance que la red de 2.5 GHz.

Las cuatro contundentes antenas del TP Link Archer C6 logran lo que ningún router instalado en este piso durante estos años logró: dar una total cobertura en la banda de los 5 GHz a los 80 metros cuadrados del piso, contundentes paredes por medio, llegando a los rincones más alejados donde otros routers no daban hecho ni siquiera con la clásica red de 2.5 GHz.

Así que, muy satisfecho con el segundo TP Link que uso en este piso. También mencionar los dos cables de 2 metros Akake Cat8, que resultan económicos en comparación a otros pero eso no quita de que vengan muy bien empaquetados y se sientan con gran calidad de construcción y un funcionamiento óptimo.

Windows 11, lo que se da, ¡¡no se quita!!

Santa Rita Rita, lo que se da no se quita. Así reza el dicho popular que Windows 11 ha incumplido conmigo.

A finales del 2019 compré el ordenador que me sigue acompañando en el día a día y en el que ejecuto todo tipo de programas y juegos de manera impecable. En aquel entonces adquirí un equipo sin sistema operativo, como de costumbre, donde luego instalaría un sistema desde cero a mi elección, sin bloatware y con mis particiones y configuración personalizada.

UN ERROR AFORTUNADO

Por algún motivo que desconozco, tras instalar la versión de Windows 10 de prueba, Microsoft activó Windows 10 Home en mi equipo. O sea, sin pagarlo y sin hacer nada extraño, nada más el ordenador se conectó a internet para realizar las primeras configuraciones, se me otorgó una licencia. Supongo que mi equipo fue validado como un OEM o algo así, no sé.

Desde entonces he gozado de un Windows 10 legal sin haber pasado por caja y sin ningún problema, con lo cual… gracias. Entonces instalé Windows 11. Como ya había una licencia asociada a mi equipo, cuando Windows 11 se conectó a la red volvió a activarse automáticamente.

Windows 11 ha resultado ser un sistema en el que estoy muy cómodo y que me parece que tiene una interfaz muy refinada, todo bajo el mismo funcionamiento impecable que me ofrecía Windows 10.

UN DESAFORTUNADO ERROR

Entonces, tras más o menos un mes de uso, recibí una jarra de agua fría, pues Windows 11 retiró de mi equipo la licencia de la estuve disfrutando durante más de dos años.

Si bien no puedo quejarme de que se hayan dado cuenta del error que cometieron en su día, siguen pasando cosas extrañas. Y es que, bajo Windows 10 sigo disfrutando del sistema operativo con la licencia activada, mientras que Windows 11 me la retira, aparentemente por un «reciente cambio de hardware»… que no ocurrió.

En cualquier caso, esto de la activación ahora que Windows se sumó al lifetime free upgrades, me parece que solo siguen siendo más trabas tontas que Microsoft tira contra su propio tejado.

Pasar de un modelo de «compra mi software e instálalo en el ordenador que quieras» a «compra mi software e instálalo solo en un ordenador» es algo que, inevitablemente, crea una cultura de necesitar crear obsolescencia de los equipos de los usuarios, cosa que, tal y como va el mundo, no es nada bueno ni para el usuario ni para el planeta.

Igual que la Unión Europea intenta meter mano contra los grandes monopolios, creo que también deberían legislar estas cuestiones. Es decir, que te compres un programa y no puedas instalarlo cuantas veces necesites y donde lo necesites… no tiene sentido.


Y que la gente no te quiera…