Estuvimos en la XII BTT Concello de Gondomar

Hoy se ha celebrado la duodécima edición de la cicloturista BTT Concello de Gondomar, organizada por el club ciclista Bici Verde.

A priori, se trataba de una BTT corta para los días que corren. Sólo 36 km esperaban a los casi 200 participantes, aunque los 1100 metros de desnivel acumulado hacían presagiar que su dureza media-alta podría cumplirse sin dificultad.

El día amanecía nublado, la temperatura era idónea para salir a rodar, y el ambiente que se respiraba en los minutos previos era de buen rollo entre los participantes. Así pues, tras respetar un minuto de silencio por un ciclista del club fallecido en accidente de moto, daba comienzo la ruta.

Y la marcha arrancó sin miramientos, ya que antes de meternos en la primera subida del día no hubo ningún calentamiento en condiciones. Tras un pequeño trascoche de apenas 300 metros para abandonar las carreteras del centro de Gondomar, se entraba de lleno en la primera subida del día. Los ciclistas que no aprovecharon para calentar en los minutos previos a la salida, sin duda les pillaría en frío los primeros compases de la BTT.

Y esta primera subida no fue sencilla precisamente. Un desnivel cada vez mayor nos elevó unos 440 metros terminando el último tramo de la subida en el último piñón y forzando la máquina, con el aliento al límite. Llegaría entonces la primera bajada del día, que sería la única en la que habría un desvío de trialera y alternativa; en todo caso, la «alternativa» era una trialera en toda regla, empinada y no exenta de toques técnicos, donde alguno de los que vino a la BTT de Gondomar en rígida no pasaría su mejor momento, bajándose más de uno de la bicicleta para bajar sin complicarse la vida. Comenzaría ahora la segunda subida del día, de menos desnivel acumulado que la primera pero de una dureza nivel top, donde muchos ya acabarían teniendo que echar pie a tierra en algún momento debido a su dureza. Y tras ella, llegaría la segunda bajada del día, la cual ya no tendría alternativa, pero no dejaba de ser otra trialera en toda regla, bastante técnica, con bastante desnivel, raíces jodonas, escalones pedregosos y algún pequeño cortado en el camino; no me imagino hacerlo en rígida… o, al menos, no disfrutarla como con la doble.

Pasados los primeros 15 kilómetros, habituallamiento líquido por medio, los organizadores se apiadarían de los participantes y vendría una segunda parte de la marcha mucho más llevadera, donde se pudo recuperar un poco el cuerpo. En el kilómetro 20 llegaría un segundo habituallamiento, sólido y líquido, con presencia estrella de la famosas rosquillas Cristaleiro. Todavía quedaba una segunda subida dura, pero, en comparación con los primeros tramos de la marcha, llevadera. El segundo tramo nos llevó a una montaña menos exigente en general, más pausada, siempre en caminos más rústicos, alejados del «pisteo». Las nubes dieron paso al sol y pudimos disfrutar de unas bonitas panorámicas.

De algún modo, esta segunda mitad de la ruta me dejó un sabor agridulce, pues con lo fuerte que empezó la marcha, con sus subidas a reventar y sus trialeras, esta segunda parte resultó un tanto monótona, donde el aliciente estaba en estar recorriendo monte inédito. Pero como la ruta era de sólo 36 kilómetros, no tardó en llegar una tercera bajada molona, como las dos anteriores, y que nos devolvería al centro de Gondomar para dar por finalizada esta estupenda BTT, la primera en la que participo en la que no tuve que parar por embotellamientos en ningún momento.

Eché de menos más asistentes/voluntarios en medio de la ruta, en especial en los tramos más complicados de los descensos, por si había algún accidente. También fue notoria la total ausencia de fotógrafos que reflejaran nuestro paso por alguno de los lugares de la ruta. No obstante, la señalización fue perfecta y se podía realizar toda la ruta sin miedo a perderse en ningún cruce de caminos.

Agradecemos a Bici Verde y a los voluntarios que hicieran posible esta ruta, de la que nos quedamos con muy buen sabor de boca de cara a otra edición. Este es un ejemplo perfecto de que una ruta no tiene que ser kilométrica para ser divertida y exigente, y es que hoy en día hay mucha gente que por 35 km no se mueve de casa, pero con BTTs como esta de Gondomar, vale la pena hacerlo.

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